A veces tenemos la sensación que todo va muy acelerado, que no nos da tiempo para nada, que son tantas cosas para hacer, tantos estímulos externos, tanto ruido a nuestro alrededor que nos desborda, nos desorienta y nos aleja de nuestra esencia.
Por otra parte, como no tenemos tiempo, o la sensación vertiginosa de no tenerlo, compramos todo literalmente empaquetado, listo para usar, como si todo fuera comprimible, digerible, comprable y consumible. Pero no lo es, nuestro interior es algo que florece a su propio tiempo y ritmo, con unas necesidades muy diferentes del “mercado”.
Ese “mercado” que trata insistentemente en vendernos cosas, conceptos, creencias, emociones, deseos, falsedades y, sobre todo, rapidez, inmediatez, cosas cada vez más vacías, que no nos nutren, nos empobrecen, nos enferman, que nos distraen de lo que es realmente esencial a nuestro ser. Estas “cosas” no solo no son necesarias a nuestra alma, como muchas veces terminan siendo perjudiciales para nosotros.
En estos engaños y trampantojos, también existen vendedores de felicidades prefabricadas que se parecen a: yoga, meditación, psicología, terapias, todo tipo de artilugios y panaceas, que nada tienen que ver con la verdadera esencia de lo que crees llevarte a casa. Todos ellos dicen que tienen la llave a tu felicidad, a transformarte en el prototipo del triunfador, en sanarte y guardarte de todos los males, por supuesto por medio de comprar lo que te venden. ¿Y que es lo que te venden? Productos prefabricados con un envoltorio fantástico y un contenido pobre, poco nutritivo para el alma y para el cuerpo, que te alejan del verdadero crecimiento y de la sanación.
Hay que tener claro que todo tiene que guardar una cierta coherencia, no puedes pretender quedarte con las formas nada más, creerte todo lo que te dicen y te muestran, tu criterio y tu sentido común son fundamentales para no caer en la trampa. Tienes que conocer y comprender la esencia de las cosas, no todo es objeto de simple consumo rápido, cuanto más pienses que es solo eso y te lo creas, te darás cuenta que al final te quedarás con la sensación de vacío.
La parte nutritiva de todo aprendizaje es aquello que aprendes, interiorizas, vibra en tu interior, que te trae comprensión, mayor consciencia de la realidad y de ti mismo, que te transforma, si no es eso, es un engaño y no funciona.
Vivimos épocas de transición, mientras las viejas formas se desintegran, las nuevas van tomando su lugar, pero mientras lo vivimos es confusión, crea desorientación y cambios, muchos cambios, todos simultáneos, este es el vértigo que sentimos, esto termina desbordándonos.
En el medio de tantos cambios es más necesario que nunca, parar, observar, reflexionar, comprender, profundizar, empatizar y crecer tanto como individuos, como sociedad, como colectivo.
Es imprescindible que seamos críticos con las informaciones que somos bombardeados a diario, que nuestra consciencia, nuestros valores y nuestra ética sean el motor de nuestras decisiones y acciones. Recuperemos la alegría y el entusiasmo por la búsqueda de conocer y aplicar caminos diferentes para conflictos antiguos, que nos lleven a lugares distintos de los que estamos acostumbrados, así podamos construir nuevas realidades más benéficas, amables y respetuosas con nosotros, con nuestro prójimo, con nuestro entorno, con la vida.
Esta mudanza de visión interior hace que cambie la manera que miramos la realidad, transformando lo que vemos, por consecuencia cambiando lo que pensamos y sentimos. Cuando se eleva nuestro estado de consciencia, nuestra frecuencia vibratoria acompaña este proceso, que se llama “Despertar Espiritual” o “Despertar de Conciencia o Consciencia” depende como lo mires y la profundidad de ese despertar.
Seamos honestos, entre tú y yo, la única urgencia real que tenemos en lo individual y en lo colectivo es despertar, porque si no despertamos ahora puede ser realmente tarde para todxs. Ampliemos nuestro estado de consciencia y vibración para que construyamos nuevas realidades más amables y plenas de armonía.
Paola Ostrowicz Fischman
Somos Armonía
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